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sábado, 24 de marzo de 2012

[Editorial] Como el Judío Errante.



"Enfermo llegué, y para componerme ando de vago."
The Mars Volta, Asilos Magdalena.
C
uando en tertulias etílicas (mejor conocidas como discusiones de borrachos) se alegan cuestiones para algunos sin importancia, se les suele descalificar llamándolas vaguedades, ninguneando al interlocutor al creerlo ignorante, o en este caso, incapaz de poder formular una idea respetable. Al hablar de vaguedades, pensamos en lo que no tiene un camino determinado; y por lo tanto, que carece de un rumbo fijo. En los hilos del pensamiento -incluso en las tertulias etílicas- el divagar es un vicio imperdonable que nos lleva por ideas discordantes que terminarían con la saliva de nuestro emisor y la paciencia del receptor. La vaguedad es pues, en sentido estricto, pura 'chaqueta mental'.
La vaguedad es también el 'crimen intelectual' por excelencia, por que destruye los esquemas establecidos sobre el orden de un discurso, es 'labor de locos', aunque las vaguedades de los locos tengan en el imaginario algo de misticismo, de premonición, de oposición, por carecer de sentido, o al menos de orden, por ser llanamente, una vaguedad.
Hasta ahora sólo hemos hablado de la definición de los intelectuales al servicio de intereses de una clase, o internados en ella; para ellos, una vaguedad sería toda obra popular pues carece de un trabajo 'intelectual' por ser una vil labor mecánica. La artesanía es un trabajo carente de espíritu. En cambio, la labor de escribir, esculpir, componer música y diseñar edificios está rodeada de un halo de virtudes liberadoras que la hacen más digna y por lo tanto más pura.
Así como para la cultura dominante son vaguedades las expresiones de la 'plebe', para la cultura popular es una vanidad cualquier expresión hecha por los 'estirados'. La propia condición de elitismo que la primera ha impuesto sobre la segunda provocó un desagrado que desembocó en una cultura popular disidente.
Y sin embargo en esta disputa cultural-clasista ignoramos el movimiento de la cultura en las clases. Por ejemplo, el huapango o el blues surgieron en la clase popular y tomaron conciencia como movimientos minoritarios y contraculturales que con el tiempo fueron asimilados por aquellos que, incluso en otros tiempos los prohibieron, y ahora hasta enaltecen. Otro ejemplo de este ciclo es el que tiene que ver con el ritmo del 'jarabe', que estuvo prohibido durante la Nueva España y ahora es parte del orgullo nacional. Si la cultura surge en las élites, las clases subalternas se apropian de aquélla y la transforman, después, tras un giro de tuerca, la clase dominante lo readapta y divulga la nueva interpretación de la manifestación. Así es la dialéctica de la cultura.
Vaguedades es una revista con una visión anti-clasista, en la que, por obvias razones, la vaguedad, la locura, la violencia, la soledad; y todos los temas que nos lleven por caminos inciertos, tienen cabida. Esta revista está dedicada a los poetas que vagan por el lenguaje en busca de la palabra precisa; a los historiadores que vagan por los archivos en busca de aquel texto del que vale la pena hablar; está dedicada a los músicos, quienes vagan por las probabilidades del lenguaje musical, –en especial a los compositores que vagan para encontrar la consecución precisa de notas que sean acordes con la canción–; a los locos que vagan como el Quijote, en sus propias ideas; y por último, dedicamos esta revista a los más vagos, a los filósofos que vagan por la mente y encuentran el camino a las nubes. Para todos estos y para los que no mencioné, les dedicamos esta revista.
En esta edición vagaremos por la poesía, con un meta-poema que habla sobre la labor del poeta y su relación con el Poder. Y justamente hablando de los poetas y sus intereses políticos, presentamos la segunda entrega de Las Trampas del Poder. Un estudio bio-historiográfico sobre Octavio Paz y su relación como intelectual con los gobiernos.
Hablaremos, por primera vez, y como lo haremos esporádicamente, sobre cine. En esta ocasión abordaremos Los Últimos Cristeros, una película que está por estrenarse en algunas salas y que por su temática, es poco popular, pero que competirá, de manera desigual, con otra película hollywoodense que martiriza a los cristeros, colgándose del prestigio de Jean Meyer, especialista en el tema, quien aparentemente los habría apoyado a la hora de hacer el guión, pero que, como siempre pasa con estas películas inspiradas en hechos históricos, los productores ignoraron sus recomendaciones.
Tras dos sucesos relacionados con los derechos de pensar: el caos ocasionado por la Ley S.O.P.A y la renuncia de Sealtiel Alatriste como coordinador de Difusión Cultural de la UNAM, iniciamos una reflexión póstuma sobre la propiedad intelectual y los derechos de autor. También presentamos un cuento no apto para mentes sensibles, que muestra el lado underground de nuestro autor, sus reflexiones internas y su afán por explicar el amor (por siútico que parezca).
En la sección de crítica, presentamos una reflexión personal, y bastante ecléctica, a través de una canción conocida del autor rupestre, Rockdrigo González, de la historia en tiempos de la posmodernidad. Por último, en nuestra postdata, hablamos sobre lo que la jerarquía eclesial pide: libertad religiosa, y la interferencia del clero en los asuntos del Estado. Los invitamos a que, como el judío errante, vaguemos por esta lemniscata.

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