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sábado, 24 de marzo de 2012

[Ensayo] Octavio Paz o Las trampas del Poder [2].


“Prójimo lejano”.
Soy hombre: duro poco / y es enorme la noche.
Pero miro hacia arriba: / las estrellas escriben.
Sin entender comprendo: / también soy escritura
y en ese mismo instante / alguien me deletrea.
Octavio Paz, Hermandad
Los poetas no tienen biografía. Su obra es su biografía.
Octavio Paz, El desconocido de sí mismo.
“Y
o no nací en Mixcoac pero allá viví durante toda mi niñez y buena parte de mi juventud.”[1] Comienza contándonos Octavio Paz en un ensayo sobre su infancia en ese pueblo. Nacido en 1914, hijo de Octavio Paz Solórzano, un joven abogado revolucionario que defendía las propiedades de los zapatistas y nieto de Ireneo Paz, novelista e historiador liberal; periodista, político e intelectual de su siglo y diputado del régimen porfirista; por lo que podemos imaginar al pequeño Octavio escuchando sus primeras disputas ideológicas en el núcleo de su familia. Como ya dije líneas arriba, era también hijo de una mujer española de la cual él admiraba su silencio, “más contundente que un tedioso alegato.”[2] Este doble conflicto (el nacionalista y el generacional) serán temas esenciales de sus obras.
Los primeros años de su vida serán trascendentales en su obra, y en esta en particular. Cuando niño, y durante la revolución, vivió en casa de su abuelo, pues su padre se fue a la revolución. En Claridad errante, nos cuenta sobre sus lecturas que hallaba en esa casa de Mixcoac, que para ese entonces ya no tenía tantos libros como en otros tiempos, pues como su abuelo cayó en desgracia tras haber sido expropiada su imprenta por el generalote Pablo González justo el mismo año en que nació Octavio, Don Ireneo tuvo que vender parte de su biblioteca para sobrevivir. Escuchemos al nieto hablar sobre esa los textos de su abuelo:
En la biblioteca de mi abuelo hojeaba embelesado muchos libros de historia antigua de México, casi todos abundantemente ilustrados[3]
Al igual que en su Itinerario nos cuenta sobre los otros libros con los que se encontró en ese refugio de su soledad:
En la biblioteca de mi abuelo, por lo demás, abundaban los libros con argumentos contrarios a su moderado antihispanismo y al más acusado de mi padre. […] el antiespañolismo de mis familiares era de orden histórico y político, no literario.
En Las Trampas de la Fe hace referencia a un ejemplar del Teatro de los dioses de la gentilidad que perteneció a Vicente Riva Palacio, que regaló a don Ireneo y que ahora era de su propiedad.[4] De nuevo la supuesta contradicción entre lo español y lo mexicano está presente, ahora en sus lecturas. La biblioteca del abuelo fue entonces el primer acercamiento a lo que sería su pasión, aquello que Don Ireneo le habrá heredado: la literatura. Aunque declarara que “le debó a él [Ireneo Paz, su abuelo] y a su biblioteca esas lecturas que me formaron.”[5]
Por todo esto podemos asumir que el pequeño Octavio no vivió los conflictos de la revolución, a excepción de la ausencia de su padre, y la muerte de su abuelo en 1924, cuando él tenía apenas 10 años. Brading afirma que Octavio Paz les debe aún más a su padre y a su abuelo por la formación ideológica, al hacerlo un romántico revolucionario[6]. No estoy del todo de acuerdo con él. Creo que por un lado Paz no era del todo revolucionario, pues bien puede considerársele uno de los primeros críticos de la revolución antecesora del PRI, y más bien, también comparte con su abuelo (e incluso con su padre) el desencanto por la revolución. Por otro lado, aunque en su juventud y aún en su edad mayor se sirviera del sistema revolucionario; a él mismo se le podría considerar el iniciador de la historiografía que cuestionara a la revolución y construyera el neoporfirismo[7].
Durante su primera estancia en Estados Unidos sus padres decidieron inscribirlo en el kindergarden en Los Ángeles, es ya muy conocida su anécdota del primer día de clases entre muchos niños que lo consideraron como a un otro,[8] y cómo aprendió la palabra spoon.
Al volver a México, lo inscriben en el Liceo francés, lasallista, conocido como el Zacatito. Y terminó sus primeros estudios en el Instituto Williams. Nos cuenta que:
En el colegio Williams me inicié (sin saberlo) en el método inductivo, aprendí inglés y un poco de boxeo. También el arte de trepar por los árboles y el arte de quedarse solo, en una horqueta, escuchando a los pájaros.
Al terminar sus estudios básicos ingresa en el Colegio de San Ildefonso, en donde aprendió de la generación que defiende en algunos de sus textos, conocidos como los Contemporáneos[9], por la revista en que publicaban, pues algunos de sus miembros fueron profesores de dicho colegio, como Jorge Cuesta y Xavier Villaurrutia, quienes serían los primeros en publicar las obras de sor Juana, como él mismo lo menciona en su biografía de la misma, y que eran duramente criticados por ser extranjerizantes en medio del nacionalismo revolucionario. Por cierto que entre las biografías intelectuales que hizo Paz existe una sobre Villaurrutia[10].No cabe duda que la generación de éste lo marcó. Cabe señalar que fue en estos años cuando conoció a través de las letras a otra generación intelectual que lo –y nos– reconcilió con España: La generación de exiliados que llegaron durante el cardenismo. Entre ellos había dos intelectuales que influyeron y aún influyen en las generaciones actuales de historiadores mexicanos: José Gaos y José ortega y Gasset. Los escritos de este último, entre ellos El tema de nuestro tiempo, al igual que los textos de Samuel Ramos[11] contribuyeron para la elaboración de El Laberinto[12]
Ingresó a estudiar en la Facultad de Letras pero la dejó poco antes de finalizar sus estudios en 1936 para ir a dar clases el siguiente año en una escuela para hijos de obreros en Mérida. Después es invitado a viajar a España para formar parte de un Congreso de Escritores Antifascistas, al cual era invitado nada menos que por el propio Neruda. En España se encontró con otra ambigüedad: el encuentro con uno de sus orígenes y con vastos ejemplos de los intelectuales al servicio de los ideales de algún partido, en este caso, el comunista stalinista. Se sabe que durante este periodo escribió una serie de poemas, uno de ellos titulado No pasarán, a favor de la causa republicana[13]. Se alistó en el ejército republicano hasta que alguien le aconsejó que podría ser más útil en las letras que en las armas, así que volvió a México.
Durante la visita de Bretón a Trotsky a México en 1938 éstos inician a escribir un “Manifiesto para el arte revolucionario” que repercutió en la concepción que Paz tendría del arte a lo largo de su vida desde el punto de vista del surrealismo y que se vería más claramente en su interpretación de Primero sueño de Sor Juana[14]. Hay que señalar que para estos años nuestro autor también se ve influido por el existencialismo.
En 1939 se publican en México, a cargo de Villaurrutia, los primeros textos de sor Juana en la revista Taller de la cual Paz era miembro, y también se empiezan a escribir libros acerca de su vida. Ese mismo año se intensifican las críticas al comunismo stalinista al tener noticia Paz del pacto de no agresión entre Hitler y el mandatario soviético; además de las purgas del Komintern y años más tarde, de los campos de concentración en la URSS. Aquí se hace evidente su ruptura con la ideología marxista y su voz intelectual: el realismo social. Pero también con la crítica Trotskista a la intervención de la URSS en la Segunda Guerra Mundial.[15] No duraría mucho el descontento, y no por alguna reconciliación, sino por la muerte de éste. El 20 de agosto de 1940 “Trotski caía con el cráneo destrozado […] allí donde residía su fuerza.[16]” Dos años después se uniría con un grupo crítico del comunismo encabezado por Víctor Serge y del cual dice: “Su crítica me abrió nuevas perspectivas pero su ejemplo me mostró que no basta con cambiar de ideas: hay que cambiar de actitudes. Hay que cambiar de raíz”[17].
En 1943 dejaría México para irse a vivir a EU. “Paz comenzaría su reeducación literaria, intelectual y política”[18] Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, sería testigo de la formación de la ONU. En esos años y hasta 1968 trabajaría en el servicio diplomático, perfecto pretexto para poner en práctica su nueva actitud.
Es absurdo condenar la participación de Paz en la burocracia Priista, recordemos que en este tiempo es el oficio de los intelectuales de la revolución. Por ejemplo, Vasconcelos, quien lo incluyera en la política cultural, también formó parte del Estado; pero valdría la pena cuestionar si los individuos que hoy ocupan esos cargos tienen siquiera un poco del talento que caracterizó al propio Vasconcelos, Torres Bodet, Vicente Lombardo Toledano o al propio Paz. Muchos años después, el propio Paz describiría a esta generación de intelectuales al servicio de la Revolución:
“La realidad es que nuestros intelectuales fueron herederos de una vieja clase teológica, enamorados de las explicaciones globales en lugar de observar nuestras particularidades.”[19]
Durante toda la obra sobre sor Juana nos hace referencia a la participación de los “intelectuales novohispanos” en su época, de lo cual hablaré en su momento. Por ahora, basta con decir que en los 40’s, cuando él trabajaba en esa burocracia, no había critica al respecto.
En esos años, 1947 para ser precisos, le es encomendada la labor diplomática en la embajada de México en Francia, donde trabajaría hasta ser nombrado embajador en la India. En estas fechas es bien sabido que Paz se codeó con toda la élite cultural parisina, esta experiencia también abrió su espectro de interpretación.
Para 1950 escribe y envía desde Paris un artículo en la revista Sur sobre los motivos por los cuales dejó de escribir sor Juana Inés de la Cruz. También en ese año la incluye en el Laberinto de la Soledad; en éste la dibuja al lado de Sigüenza y Góngora como los héroes literarios de la Nueva España. Influido por un texto de Edmundo O’Gorman,[20] fundamenta el sentimiento de desgarramiento de sor Juana y al tiempo confirma la contradicción elemental del mexicano y la expresión de su negación en el silencio. Mismo silencio que él tenía con respecto a sus relaciones hacia la hegemonía política priista.
Sería fútil hablar de la elaboración de este libro después de todo lo que se ha dicho sobre él. Además no es el tema de este ensayo, por lo cual a partir de la anterior explicación sobre cómo llegó Octavio Paz a esta primera anagnórisis ideológica –la negación y crítica de su pasado marxista, por ser una nueva escolástica–, la cual era importante para entender su constante cambio de forma de pensar y como se forma la obra; nos dedicaremos casi exclusivamente a hablar de la relación que hay entre su vida y la obra a analizar.
Hay que decir que los años posteriores a Laberinto son de una vasta producción poética, aunque también lo fueron, significativamente, del ensayo. Es la época de sus “auténticas primeras letras”, como él mismo las llamaría.
En 1962 es nombrado embajador de México en la India, con lo cual se encontraría de frente con el mundo oriental y alimentaría su visión intelectual a través del conocimiento del tantrismo y otras corrientes del pensamiento.
Durante su estancia en Francia conocería la obra y en persona a uno de los intelectuales que más influirían en su interpretación histórica: Claude Levi-Strauss. Ya en la India escribiría una biografía sobre él en la que hace una explicación del estructuralismo.[21]
Digámoslo con todas sus letras: es aquí donde conoce la tan llevada visión del otro que lo caracteriza y por la cual sería tan apreciado por los pocos académicos que lo leen. Es la misma con la que años más tarde trataría de justificar su vida.
1968 es un año de ruptura y Octavio Paz no sería la excepción. Tras enterarse de la masacre de Tlatelolco, Paz renuncia a su cargo en la embajada de la India y regresa a México para fundar la revista Plural. Este quiebre político sería el motor que lo llevaría a hacer una crítica de los gobiernos priistas, aunque siguiera recibiendo favores de la élite.
Escribe su Postdata en la que hace una “Crítica a la pirámide”, en ella refiere cómo es que los gobiernos no han cambiado en nada. Idea que años más tarde incluiría en Las Trampas de la Fe. En esta obra nos dice: “Han cambiado la retórica y las ideas, no el movimiento general de la historia.”[22] Don Octavio siempre tan ambiguo nos deleita con otro de sus aforismos sobre la historia, de los cuales tendré que hablar en futuras líneas. Mientras tanto debemos hablar un poco sobre esa revista por la que tuvo tantos conflictos con el poder hegemónico del PRI.
La revista Plural fue fundada según el propio Paz nos dice:
[…] porque nosotros no somos políticos, somos escritores que no creen que la escritura deba estar al servicio de nada. Sin embargo, entendemos que quienes escriben tienen la necesidad de decir lo que piensan sobre la realidad política. De allí que la hayamos nombrado Plural: visión pluralista y particular, diversidad frente a una visión homogénea de la sociedad.[23]
Sería la revista de otro grupo de intelectuales, mismo que criticaba a los intelectuales burócratas, incluyendo a los más ortodoxos marxistas:
Por otro lado y refiriéndonos a su contraparte, si han existido intelectuales liberales [aunque] en estas fechas han sido siempre una excepción. Liberales en el viejo sentido, no en el moderno de Estados Unidos porque, creo, los liberales de este país en realidad son social-demócratas. Hablo de intelectuales como Cosío Villegas y otros que no mencionaré porque están cerca de mí –y yo soy uno de ellos.[24]
A partir de ese momento deja su sitio de confort, creado a partir del apoyo económico del gobierno en la escritura de sus obras, aunque nunca dejó de recibir honorarios por parte de ambas élites, la política y la económica. La crítica que funda en Plural, parte del estilo del periódico de la cual esta revista era suplemento cultural. El emblemático Excélsior de Julio Scherer fue el más claro ejemplo de lo que en el  próximo número abordaremos: la relación entre los periódicos y los gobiernos que los subsidiaban o subvencionaban.


[1] Octavio Paz, Claridad errante, Poesía y prosa. México, FCE. 1996. P. 61.
[2] Octavio Paz, Itinerario, Óp. Cit., p. 24.
[3] Paz, Claridad errante, Óp. Cit., p. 71
[4] Octavio Paz, Sor Juana Inés de la Cruz o Las Trampas de la Fe, México, FCE, 1983 (tercera edición), p. 120.
[5] Octavio Paz, “Silueta de Ireneo Paz”, en Paz, Ireneo, Algunas Campañas,  t. II, México, FCE, 1992, p. 418.
[6] A. Brading.
[7] Sobre Paz y el neoporfirismo, cf. Bloch, Avital, H. “Vuelta y cómo surgió el neoconservadurismo en México” en Culturales, julio-diciembre, año/vol. IV, número 008, Universidad Autónoma de Baja California, Mexicali, México, 2008, pp. 74-100.
[8] Paz, Itinerario, Óp. Cit. pp. 15-16.
[9] Por ejemplo en Ibídem, p.20.
[10] Octavio Paz, Xavier Villaurrutia en persona y en obra, México, FCE, 1978. 85 pp.
[11] Samuel Ramos, El perfil del hombre y la cultura en México. México, 1934.
[12] Paz, Itinerario, Óp. Cit. 27.
[13] Véase el apéndice 1 en Xavier Rodríguez Ledesma, El pensamiento político de Octavio Paz: Las trampas de la ideología, México, Plaza y Valdés, 1993, 359 pp.
[14] Para la relación de Paz con el surrealismo véase Greg Dawes, “Octavio Paz: el camino hacia la desilusión” en Jaimes Héctor, coord., Octavio Paz: la dimensión estética del ensayo. México, Siglo XXI, 2004. 314 pp.
[15] Paz, Itinerario, Óp. Cit., p. 70
[16] Ibídem, p.74
[17] Ibídem, p.75
[18] Enrico Mario Santí, “Los pininos de un chamaco: los primeros escritos de Octavio Paz” en Jaimes, Óp. Cit. p. 22
[19] Charla de Austin, tomado del blog de Jesús Silva Herzog Márquez, p. 6/10 en archivo digital. En adelante, citado como Charla.
[20] Edmundo O´Gorman, Crisis y porvenir de la ciencia histórica, México, UNAM, 1947.
[21] Octavio Paz, Claude Levi-Strauss o el nuevo festín de Esopo, México, Joaquín Mortiz, 1967.
[22] Paz, Las Trampas de la Fe, Óp. Cit., p. 25.
[23] Charla, p.10/10
[24] Loc. Cit.

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