"Enfermo llegué, y para componerme ando de vago."
The Mars Volta, Asilos Magdalena.
C
|
uando en tertulias
etílicas (mejor conocidas como discusiones de borrachos) se alegan cuestiones
para algunos sin importancia, se les suele descalificar llamándolas vaguedades,
ninguneando al interlocutor al creerlo ignorante, o en este caso, incapaz de poder
formular una idea respetable. Al hablar de vaguedades, pensamos en lo que no
tiene un camino determinado; y por lo tanto, que carece de un rumbo fijo. En
los hilos del pensamiento -incluso en las tertulias etílicas- el divagar es un
vicio imperdonable que nos lleva por ideas discordantes que terminarían con la
saliva de nuestro emisor y la paciencia del receptor. La vaguedad es pues, en sentido estricto, pura 'chaqueta mental'.
La vaguedad es también el 'crimen intelectual' por excelencia, por que
destruye los esquemas establecidos sobre el orden de un discurso, es 'labor de
locos', aunque las vaguedades de los locos
tengan en el imaginario algo de misticismo, de premonición, de oposición, por
carecer de sentido, o al menos de orden, por ser llanamente, una vaguedad.
Hasta ahora sólo hemos
hablado de la definición de los intelectuales al servicio de intereses de una
clase, o internados en ella; para ellos, una vaguedad sería toda obra popular pues carece de un trabajo
'intelectual' por ser una vil labor mecánica. La artesanía es un trabajo
carente de espíritu. En cambio, la labor de escribir, esculpir, componer música
y diseñar edificios está rodeada de un halo de virtudes liberadoras que la
hacen más digna y por lo tanto más pura.
Así como para la cultura
dominante son vaguedades las expresiones de la 'plebe', para la cultura popular
es una vanidad cualquier expresión hecha por los 'estirados'. La propia
condición de elitismo que la primera ha impuesto sobre la segunda provocó un
desagrado que desembocó en una cultura popular disidente.
Y sin embargo en esta
disputa cultural-clasista ignoramos el movimiento de la cultura en las clases.
Por ejemplo, el huapango o el blues surgieron en la clase popular y tomaron
conciencia como movimientos minoritarios y contraculturales que con el tiempo
fueron asimilados por aquellos que, incluso en otros tiempos los prohibieron, y
ahora hasta enaltecen. Otro ejemplo de este ciclo es el que tiene que ver con
el ritmo del 'jarabe', que estuvo prohibido durante la Nueva España y ahora es
parte del orgullo nacional. Si la cultura surge en las élites, las clases
subalternas se apropian de aquélla y la transforman, después, tras un giro de
tuerca, la clase dominante lo readapta y divulga la nueva interpretación de la
manifestación. Así es la dialéctica de la cultura.
Vaguedades es una revista
con una visión anti-clasista, en la que, por obvias razones, la vaguedad, la
locura, la violencia, la soledad; y todos los temas que nos lleven por caminos
inciertos, tienen cabida. Esta revista está dedicada a los poetas que vagan por
el lenguaje en busca de la palabra precisa; a los historiadores que vagan por
los archivos en busca de aquel texto del que vale la pena hablar; está dedicada
a los músicos, quienes vagan por las probabilidades del lenguaje musical, –en especial a los
compositores que vagan para encontrar la consecución precisa de notas que sean
acordes con la canción–; a los locos que vagan como el Quijote, en sus
propias ideas; y por último, dedicamos esta revista a los más vagos, a los
filósofos que vagan por la mente y encuentran el camino a las nubes. Para todos
estos y para los que no mencioné, les dedicamos esta revista.
En esta edición
vagaremos por la poesía, con un meta-poema
que habla sobre la labor del poeta y su relación con el Poder. Y justamente hablando de los poetas y sus intereses
políticos, presentamos la segunda entrega de Las Trampas del Poder. Un estudio bio-historiográfico sobre Octavio Paz y su relación
como intelectual con los gobiernos.
Hablaremos, por primera
vez, y como lo haremos esporádicamente, sobre cine. En esta ocasión abordaremos
Los Últimos Cristeros, una película
que está por estrenarse en algunas salas y que por su temática, es poco popular,
pero que competirá, de manera desigual, con otra película hollywoodense que martiriza a los cristeros, colgándose
del prestigio de Jean Meyer, especialista en el tema, quien aparentemente los
habría apoyado a la hora de hacer el guión, pero que, como siempre pasa con
estas películas inspiradas en hechos históricos, los productores ignoraron sus
recomendaciones.
Tras dos sucesos
relacionados con los derechos de pensar: el caos ocasionado por la Ley S.O.P.A y la renuncia de
Sealtiel Alatriste como coordinador de Difusión Cultural de la UNAM, iniciamos una
reflexión póstuma sobre la propiedad intelectual y los derechos de autor. También
presentamos un cuento no apto para mentes sensibles, que muestra el lado underground de nuestro autor, sus
reflexiones internas y su afán por explicar el amor (por siútico que parezca).
En la sección de
crítica, presentamos una reflexión personal, y bastante ecléctica, a través de
una canción conocida del autor rupestre,
Rockdrigo González, de la historia en tiempos de la posmodernidad. Por último,
en nuestra postdata, hablamos sobre lo que la jerarquía eclesial pide: libertad
religiosa, y la interferencia del clero en los asuntos del Estado. Los
invitamos a que, como el judío errante, vaguemos por esta lemniscata.