![]() |
La máquina de Pensar, basada en el Absoluto o su imagen de Dios, fue diseñada por Ramón Lull. |
La máquina de pensar es una invención poética, creada en el siglo XIII por Ramón Lull (Raimundo Lulio) como una manera de aproximarse al conocimiento absoluto, y con éste a Dios; al que se le entendía como el único dueño del saber.
Gracias al uso de la aleatoriedad se podía elegir la solución más pertinente a un problema específico. Digamos que, de alguna manera, esta máquina cumplía la función que muchos supersticiosos le atribuyen hoy en día a la biblia: piensan en su conflicto y abren la biblia en alguna hoja al azar; leen el versículo señalado y ahí tienen la solución a sus problemas. Esta atribución délfica a los textos bíblicos puede llegar a extremos insospechados. Por ejemplo, una joven promesa en el mundo de las letras con problemas de “inspiración”, abre la biblia azarosamente y se encuentra con Eclesiastés 12:12
“Guárdate, hijo mío, de buscar más allá de esto. Debes de saber que multiplicar los libros es una cosa interminable y que mucho esfuerzo fatiga el cuerpo”
¡Qué pena ha de ser perder a un futuro gran escritor por lo que escribió un antisocial hace más de dos milenios¡ ¿Cuántos grandes genios de nuestra literatura habremos perdido hasta el momento por culpa de un libro lleno de rencor?
La máquina de pensar debe ser usada con responsabilidad. En manos equivocadas podría ser el fin de la gran literatura como la conocemos. Como objeto real, Gabriel Zaid ha calculado –como herramienta para hacer poemas– que esta máquina es capaz de hacer 1000 154 sonetos endecasílabos sin repetir palabras. Esto a primera vista, y en el sentido estricto de la palabra, no es algo infinito. Sin embargo, si alguien está dispuesto a hacer la prueba manual o incluso, si dejáramos a una computadora haciendo la muestra, nos extinguiríamos como especie antes de que ésta terminara de escribir. Aunque es claro que no se basó en los cálculos de Borges, Zaid nos muestra que llevar a la práctica algunas cuentas matemáticas comunes es también una utopía.
Hablando de aleatoriedad, Borges también había imaginado la biblioteca de Babel. Un sitio aparentemente infinito en el cual estaban archivados todos los libros escritos, por escribir e inclusive los que nunca serían escritos, por contar con libros completos donde nos se encontrará nada sustancial. Asimismo este cuento incluido en Ficciones es una transfiguración textual de un cuento de Kurd Laßwitz (como lo muestra Antonio Fernández Ferrer).
Es curioso que en los dos casos antes citados (la máquina de pensar y la biblioteca de Babel) la inmensidad de lo aleatorio haga percibir que es infinito; como en el caso de el internet, donde nunca podremos saber cuánta información compartimos. Esto nos hace pensar: ¿no será que el infinito, el absoluto y todas sus derivaciones sólo se nos muestran como tales debido a nuestra falta de visión? Opina querido lector.
No hay comentarios:
Publicar un comentario